todo sobre liderazgo

El Sr. Herrera llegó tarde a la cena otra vez. Estaba cansado, 
y frunció el seño cuando su hijo pequeño le quitó su abrigo. 
“Supongo que has estado en la iglesia toda la tarde”, dijo su 
esposa en tono de disconformidad. 
“Por supuesto”, contestó ásperamente, “debieras alegrarte por 
el crecimiento que estamos logrando. Estamos iniciando seis 
nuevos grupos de estudio bíblico. Ya son diez los que hemos 
iniciado desde que estoy encargado del programa de educación 
cristiana. Tenía que asegurarme que en todas las aulas ya 
estuviera lista la literatura. Entonces dos maestros llegaron y me 
pidieron ayuda para sus lecciones. También hubo un poco de 
discusión porque nadie quiere ocupar el aula que está detrás del 
templo, y tuve que explicarle al carpintero los detalles de las 
nuevas sillas que ordenamos, y...” 
“¿Por qué no le pides a alguien que te ayude?” le preguntó su 
esposa. 
“La gente no tiene suficiente interés por la obra del Señor. 
Llegan tarde y trastornan todo el programa. Nadie asume 
ninguna responsabilidad”, declaró, “o siempre están discutiendo 
sobre quién está a cargo de algo. Sólo desperdician el tiempo. 
Cometen muchos errores y tengo que hacer todo de nuevo. 
Tengo que supervisar todo muy de cerca”. 
El Sr. Herrera tiene un puesto muy importante en la iglesia. 
Cree que es un buen líder, y, en cierta manera, sí lo es. Se dedica 
a su obra, como lo observamos en su conversación. ¿Qué más 
aprendemos de su conversación? ¿Aprendemos algo acerca de la 
forma en que considera a los demás? ¿De qué manera influye 
todo ello en su éxito como líder?